miércoles, julio 26, 2006

Apocalipsis

Arcadi Espada reconoce (más bien proclama) que el suyo es un partido 'molesto'. Se conoce que denota un aura de popularidad y legitimidad adicional. O única, dependiendo del totalitarismo, justificante la disparidad de tratamiento del gran altar mediático, el mismo que sitúa en la picota a los
Ciutadans en Cataluña para su martirologio fuera. Celebrado incordio ante el magma PSC-CiU, lo más parecido al PPSOE -perdón: los dos grandes partidos nacionales- en toda la historia y geografía de España. Los separatistas antiespañoles, mientras tanto, suponen una excrecencia artificiosa y nociva.

De lo que se infiere que lo molesto, habitualmente, se reserva y aplaude para los demás (nacionalismos, partidos, vecinos): ¿nocivos los
Ciutadans? ¡Quiá!

jueves, julio 20, 2006

Nacionalismos funcionales

De los polvos estatutarios vienen estos lodos. Si la ambición de compartir un nombre removió a todos los estamentos que se beneficiaban del monopolio identitario (obviamente los militares sobre todos) la revancha ha comenzado: como si de Moggi se tratara, quienes hicieron gastar tiempo y saliva a los patriotas antes que nada reciben su merecido. Es el totalitarismo el que cubre cada aspecto de la vida con su ámbar de pertenencia salvífico. En dos ámbitos importantísimos: el bolsillo y el orgullo.

Leemos a Arenas reclamar el bolsillo para salvaguardar
la tradición. Sus palabras nos acercan peligrosmente a aquel vasco en Mallorca, ozoriano hasta el límite. Incluido el oxímoron dialéctico.

Cuevas hará
limpia, vocablo horrendo, en su parCEOElita. Lealtad, idea-fuerza. Y aquí catalanofobia y después gloria. Pero, ¿quiénes se han creído que son estos de Foment?¿Y lo de Treball Nacional es ya una indirecta? Orgullo empresarial-institucional. Quien no se mueve no sale en al foto. Los Guerra se movieron. Cuevas, no. Y España-nación, tampoco.

Síntesis: Los arquitrabes de Gil, el mayor cronista de este país.

Alemania 0 Italia 2

Por algún tiempo se consideró de buen tono remitirse a lo federal. Uno contemplaba la potencia nacional de los vscinos eurtopeos y estaba dispuesto a renajar al Estado a cambio de una cohesión mayor debida a la presunta depauperación, simbólica y electoral, de los realatos alternativos. Sin mebargo bastó un mero acercamiento para aemdedrentar su frivolidad argumental y desmpolvar los elogios unitaristas olvidados en plenos desenfreno de la verborrea condescendientemente descentralizadora. Federal, confederal, mismo conceto. Por supuesto rechazado a fuer de inaplicable. Un referéndum en Italia sirvió como piedra de toque: SE den ostñó al país transmediterráneo con una vehemencia solo apuntada en los peores momentos del 14-M o del 6-J. ¿Causante? El término federal incluido en la propuesta. El colmo que el país más patético de Europa nos adelantara también en eso. La ingenua percepción de hermandad con lombardos y campanos, con sus inherentes complejos habría sido letal para el argumentario inconsciente de elogiar lo que no se desea aceptar (más allá de cláusulas Camps varias y de migraciones humanitarias). Sendos editoriales columbrantes de triunfo recordaron las maldades de un no-ejemplo. Tras el mantenimiento del statu quo apresuráronse a matizar, aún cargados del odio sexagenario por disfrutar de una posguerra civil democrática en lugar de autoritaria. Sin embargo quedó palmario su desconocimiento de la Constitución itaiana, que ya es federal, ratificada por otra consulta de hace cinco años, gracias a a la reforma promovida por quienes ahora han recuperado allí el poder.

Simultáneamente las correcciones alemanas inspiraron más pseudo-analisis. De hecho los länder ganaron autonomía por renunciar a intervenir en la aprobación de las materias ya comunes. ¿Se delimitó con más precisión el marco competencial? ¿Federalismo cruelmente competitivo? ¿Bilateralidad? Como en el Estatut, oiga. Los que traían el catecismo atrasado se desdijeron de su afán por una mayor coordinación entre Estado y
entes inferiores a través del Senado. "Como en Alemania" (?). Especialmente cuando las propuestas de reforma políticamente correctas versan sobre lo abandonado por los germanos: competencias crecientes para el centro por voz territorialen el Senado. Por descontado no se percataron de la meta que tenían delante tras una carrera circular: se llamaba Estatuto de Cataluña. Así se debate en España.