miércoles, enero 30, 2008

¿Qué hay de lo mío?

Sea una gala de premios audiovisuales desfasados, un atraco de banco con rehenes, un ágape informal de prebostes o la Biblia en pasta, la sociedad posindustrial y mediática arde en puro deseo de identificarse con alguien, apoyar a los suyos, celebrar a los propios y, last but not least, masacrar al contrario, al otro, al ajeno; al enemigo, en suma, tan odiado porque pudo ser como nosotros, y no lo es,

En medio de teramillones de bytes mutua y continuamente enviados y recibidos, y con ellos pleno acceso a las primarias de la única potencia mundial o los resultados de la formación gubernamental en un rincón del sureste asiático (por no hablar de sus productos culturales de masas), nadie es como tú. Pero no estás solo: queda la tribu cibernéticamente difundida hasta el fin del mundo, ese barrio donde vives hogaño. Cada palabra, gesto, odio y color te une al resto. Te marcaron. Y tú marcas, claro, ¿Resumen? No el individuo, sino la tribu sublimada.

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